En el desarrollo del arte naval, la invención del trirreme por los corintios en el siglo VII a.c. presentó una importancia equivalente a la que, a principios del siglo XX, tuvo el llamado "acorazado". La difusión de dicho tipo de barco, que reemplazaba a las antigua "pentecónteras", fue un proceso lento, no porque se tratara de naves difíciles de construir, sino porque requerían una inversión en recursos humanos y financieros que tardaban en estar disponibles. Pero, durante las Guerras Médicas del siglo V a.c., el navío de guerra por excelencia era ya el trirreme y fue su empleo lo que decidió el triunfo griego.
Las trirremes griegas embestían a las naves enemigas con el objetivo de poder abrir una vía de agua en el casco o seccionar las filas de remos con el espolón de proa, que consistía en tres dientes de madera recubiertos de bronce. Gracias a este modelo de nave, el general Temítocles destrozó la flota persa en Salamina, en el año 480 a.c.
En cuanto a sus medidas podemos decir que tenían cerca de 36 metros de eslora y una manga próxima a los 5 metros. La altura bajo el techo de los navíos era de 4,026 metros y se estima que la altura del casco fuera del agua era de 2,15 metros. El calado era más reducido de apenas 1 metro.
Otra de las características sobresaliente de estas naves era su capacidad para aproximarse cerca de las costas gracias a que poseían un fondo prácticamente plano, sin quilla.
De los 200 que componían la tripulación del trirreme ateniense, 170 eran remeros, los cuales eran profesionales con un sueldo ya que no se confiaba para esta tarea a los esclavos, luego había 13 marineros encargados de las maniobras y las velas, 10 soldados hoplitas destinados a combatir durante el abordaje o sirviendo para la protección de fondeo y por último estaban los miembros del estado mayor integrado por el trierarca que era la autoridad máxima dentro de la embarcación, el capitán el cual era secundado por otro oficial, tres contramaestres, dos toicharchoi que se ocupaban de las maniobras de atraque y desatraque y de las cargas y el equipo del navío ambos bajo las órdenes del cómitre, responsable directo del mando de los remeros y de los auletes y los trieraulas, flautitas encargados de marcar la cadencia de las paladas. Por último se encontraba un subcómitre.
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