sábado, 15 de abril de 2017

La batalla de Cannas

Para los romanos, el año 216 antes de Cristo en el marco de la segunda guerra Púnica fue totalmente devastador, a pesar del enorme esfuerzo que habían hecho para armar un poderoso ejército. En la primavera de ese año Roma era capaz de alinear cerca de noventa mil hombres en el campo de batalla, pero nadie como el brillante cartaginés Aníbal sabía llevar la batalla al terreno que le era más favorable. Los romanos no carecían de efectivos, de disciplina, ni de poder, pero no habían encontrado el estratego ideal y una vez más habían confiado el mando del ejército a dos cónsules: Paulo Emilio y Terencio Varrón, quienes lo ejercieron por turnos de dos días cada uno.

Terencio decidió atacar cerca de Cannas, en Apulia. Aníbal estaba en desventaja numérica: su ejército solo contaba con el equivalente a la mitad de los efectivos romanos. Sin embargo, logró cercar al enemigo en un movimiento de tenazas, rodeándolo enseguida como una serpiente a su presa. Aníbal destruyó casi la totalidad del ejército romano. Unos cincuenta mil hombres, entre ellos ochenta senadores, yacían en el campo de batalla y otros veinte mil se retiraban en calidad de prisioneros.

Entre los muertos de la batalla de Cannas se encontraba Paulo Emilio. Roma había perdido las tres cuartas partes de sus legiones, reclutadas con tanto esfuerzo. Nunca se vio en un ejército tan numeroso y excelente sucumbir tantos hombres con menos pérdidas enemigas: no más de seis mil hombres.

La batalla de Cannas fue un ejemplo perfecto de acción envolvente. Aníbal consiguió este triunfo gracias a la flexibilidad de su ejército, cosa que los romanos no habían conseguido aún.

La marcha triunfal de Aníbal desde Cartagena a Cannas no tenía igual, fuera de la expedición de Alejandro. Pero, a diferencia de éste, Aníbal nunca quiso aniquilar al país que combatía, sino sólo forzar al adversario a una paz que ofreciera todas las garantías posibles a Cartago.

Los cartagineses no deseaban más que una cosa: establecer un equilibrio entre las dos potencias mayores de la épocas, equilibrio garantizado por Macedonia. El objetivo de Aníbal era devolver a su patria lo que los romanos le habían arrebatado, es decir Sicilia, Cerdeña y España al norte del Ebro; además quería reintegrar la Italia septentrional a los celtas y a la Italia del sur a los griegos, dejando a Roma con la zona central de Italia y así de esta forma sentirse seguros de que los romanos no les disputarían el Mediterráneo occidental.


miércoles, 25 de enero de 2017

La invención del trirreme

En el desarrollo del arte naval, la invención del trirreme por los corintios en el siglo VII a.c. presentó una importancia equivalente a la que, a principios del siglo XX, tuvo el llamado "acorazado". La difusión de dicho tipo de barco, que reemplazaba a las antigua "pentecónteras", fue un proceso lento, no porque se tratara de naves difíciles de construir, sino porque requerían una inversión en recursos humanos y financieros que tardaban en estar disponibles. Pero, durante las Guerras Médicas del siglo V a.c., el navío de guerra por excelencia era ya el trirreme y fue su empleo lo que decidió el triunfo griego.

Las trirremes griegas embestían a las naves enemigas con el objetivo de poder abrir una vía de agua en el casco o seccionar las filas de remos con el espolón de proa, que consistía en tres dientes de madera recubiertos de bronce. Gracias a este modelo de nave, el general Temítocles destrozó la flota persa en Salamina, en el año 480 a.c.

En cuanto a sus medidas podemos decir que tenían cerca de 36 metros de eslora y una manga próxima a los 5 metros. La altura bajo el techo de los navíos era de 4,026 metros y se estima que la altura del casco fuera del agua era de 2,15 metros. El calado era más reducido de apenas 1 metro.

Otra de las características sobresaliente de estas naves era su capacidad para aproximarse cerca de las costas gracias a que poseían un fondo prácticamente plano, sin quilla.

De los 200 que componían la tripulación del trirreme ateniense, 170 eran remeros, los cuales eran profesionales con un sueldo ya que no se confiaba para esta tarea a los esclavos, luego había 13 marineros encargados de las maniobras y las velas, 10 soldados hoplitas destinados a combatir durante el abordaje o sirviendo para la protección de fondeo y por último estaban los miembros del estado mayor integrado por el trierarca que era la autoridad máxima dentro de la embarcación, el capitán el cual era secundado por otro oficial, tres contramaestres, dos toicharchoi que se ocupaban de las maniobras de atraque y desatraque y de las cargas y el equipo del navío ambos bajo las órdenes del cómitre, responsable directo del mando de los remeros y de los auletes y los trieraulas, flautitas encargados de marcar la cadencia de las paladas. Por último se encontraba un subcómitre.

domingo, 22 de enero de 2017

Las ciudades de Sumeria

Las primeras ciudades crecieron en Mesopotamia meridional durante la última parte del cuarto milenio a.c. Cada ciudad estaba bajo la protección de un dios específico, ubicado en un templo magníficamente construido para él y su numeroso séquito. Estos asistentes cumplían una función financiera, porque el templo era dueño de gran parte de las tierras y ganado de la ciudad.

El complejo religioso dominaba la ciudad tanto física como socialmente, con sus espacios patios,bodegas y habitaciones, así como salas de culto, a menudo elevadas sobre una plataforma situada por encima de las viviendas amontonadas en el sector más bajo de la ciudad. Por tortuosos callejones y estrechas calles principales, a veces cortadas por una muralla, se llegaba a las puertas en el muro de protección exterior.

Los responsables de este desarrollo en el sur de Mesopotamia, fueron los Sumerios, a quienes también se debe reconocer como los creadores de la primera literatura del mundo. De la creciente complejidad de las cuentas en los templos surgieron los primeros recibos escritos.

A partir de la primera escritura pictográfica desarrollaba por los Sumerios, que ya se usaba en el año 3100 a.c., se creó una escritura silábica más compleja y las primeras obras conocidas de la literatura Sumeria que hayan sobrevivido fueron escritas en tablillas de arcilla, alrededor del 2500 a.c. Sin embargo, la mayoría de la población siguió siendo analfabeta y la técnica de la escritura quedó en manos de los escribas educados en los templos.

Todas las ciudades Sumerias se ubicaban junto a un río importante o estaban unidas a él por un canal. Estas vías de agua conectaban a Mesopotamia con el Golfo Pérsico. El comercio era fundamental, porque Mesopotamia meridional carecía de las materias primas  básicas como madera, metales y piedras. Muchos de los exóticos lujos que caracterizaron la cultura Sumeria también debían ser importados.

Los Sumerios comerciaban a distancias impresionantes: hasta Afganistán para el lapislázuli; hasta el Indo para piedras preciosas como la cornalina y exóticas maderas duras; hasta las montañas de Anatolia y Persia para obtener los minerales metálicos y a los montes Zagros y Siria para madera.

La organización política de los Sumerios  en la primera mitad del tercer milenio se basaba en ciudades-estado que luchaban entre sí por la hegemonía. El éxito fue efímero para cada uno de los distintos estados, pero Nippur y Kis siempre mantuvieron un cierto dominio cultural. En el sur los estados ricos de Ur y Lagas controlaban la región, riñendo continuamente con su vecino del norte, Umma.

La estabilidad de estas primeras ciudades-estado también estaba amenazada por diversos pueblos que existían en la periferia de los centros urbanos. La historia de esta región se caracteriza por las sucesivas incursiones de estos pueblos, que a pesar de todo sirvieron para estimular el desarrollo político, tecnológico y social. El más evidente de estos desarrollos fue el cambio desde la limitada base de poder de la ciudad-estado hacia el amplio sistema político del Imperio.

sábado, 21 de enero de 2017

Las Guerras Mesenias

La exacerbada militarización de Esparta nos mueve a considerarla como belicista, dispuesta siempre a castigar al menor pretexto y a lanzarse sobre sus pacíficos vecinos. En cierto modo, así fue como se formo el estado: los espartanos estaban en plena expansión y tenían que adquirir nuevas tierras para repartírselas. Pero la situación cambio con el tiempo.

Al comprender que la guerra resultaba más costosa que beneficiosa y causaba pérdidas irreparables, los espartanos sólo tomaron las armas cuando la lucha era poco menos que inevitable.

Cuando los espartanos eran todavía un pueblo de conquistadores, una región vecina, la fértil Mesenia, les tentaba de continuo. La guerra acabó por estallar, echando como suele hacerse en estos casos la culpa a los mesenios. La lucha fue larga y penosa. Fueron necesarios veinte años para que los espartanos pudieran despejar de mesenios las montañas circundantes y los supervivientes fueron reducidos al estado de ilotas y obligados a trabajar las tierras que antes les pertenecían en beneficio de los vencedores.

La sumisión de los mesenios y la consecuente victoria en las Guerras Mesenias convirtió a Esparta en el Estado más poderoso de Grecia, por lo que en el siglo VI a.c. los espartanos consiguieron persuadir a casi todos los demas pueblos del Peloponeso a unirse en la llamada Liga del Peloponeso, cuyo ejército estaba bajo el mando de los reyes espartanos.

viernes, 20 de enero de 2017

Asurbanipal y la primera biblioteca del mundo

Asurbanipal fue el último en la larga lista de reyes conquistadores Asirios, el cual reino el vasto imperio entre los años 668 a 630 a.c. Sus ansias de saber llevaron a este poderoso imperialista a fundar la más antigua biblioteca estatal conocida en el mundo.

Gracias a él, que mandó reunir una enorme colección de textos cuneiformes en tablillas de arcilla, la posteridad posee un cúmulo de datos preciosísimos, de los que podemos sacar un conocimiento muy amplio de la civilización del país del Éufrates. Más de veinte mil tablillas de éstas se han descubierto en las ruinas del palacio de Asurbanipal en Nínive.

En ellas las inscripciones cuneiformes están muy juntas y muchas son microscópicas, tanto que la mayor parte de los signos no pueden leerse más que con lupa.

Asurbanipal no solamente era un gran cazador, sino también un valiente guerrero, un audaz arquitecto y un propulsor entusiasta de las ciencias y la literatura. Pero este asirio no era lo bastante civilizado para vencer su innata crueldad; al contrario, cuenta con orgullo cómo "mató igual que a corderos" a los habitantes de una ciudad conquistada.

Asurbanipal no temía en absoluto turbar el reposo de los muertos en el país sometido. Después de una victoria sobre los Elamitas, a su paso por Susa robó los sarcófagos de los reyes difuntos y llevo sus despojos a Nínive. "Así los espíritus de los muertos estuvieron sin reposo", dice este maníaco de la venganza.

La biblioteca de Asurbanipal consiste, en su mayor parte, en copias de antiguas obras babilónicas que este rey amante de las letras coleccionaba.

jueves, 19 de enero de 2017

La ley Asiria

La crueldad del pueblo Asirio puede comprobarse en su propio derecho. En el transcurso de las excavaciones en las ruinas de la Antigua ciudad asiria de Assur, a principios del siglo pasado por unos arqueólogos alemanes descubrieron diversos textos de leyes que datan del 1300 a.c. aproximadamente, o sea, casi quinientos años después de las leyes de Hammurabi; sin embargo es preciso decir que las leyes Asirias fueron algo mucho menos avanzado.

El derecho Asirio preveía la flagelación para muchos delitos y para otros, estos castigos: horadar las orejas y tirar de ellas por detrás mediante un cordon; ablación de los labios, de la nariz, de las orejas y de los dedos; mutilación del rostro. La castración en la ley Asiria sancionaba toda clase de delitos contra el pudor y la decencia.

El castigo más extendido para los malhechores en el Derecho Asirio eran el del palo y los que habían cometido delitos muy graves eran desollados vivos. El Derecho matrimonial tenía cierto parentesco con el hebreo. Según las leyes asirias cada hombre tenía la obligación de aceptar en su casa y cama a la viuda de su hermano, aunque estuviese ya prometido o casado con otra mujer; pero, en cambio, el proceso para el divorcio era más sencillo que en Babilonia. "Cuando un hombre abandona a su mujer, puede darle cualquier cosa, si ello le agrada. Si no le agrada, no tiene obligación de darle nada y en este caso debe abandonar la casa con las manos vacías", lo que demuestra el fuerte machismo de la ley Asiria y la desprotección de la mujer.

Por otro lado cuando una mujer era sorprendida por su marido en manifiesto delito de adulterio, éste tenía el derecho de matar a su mujer y al amante, o si lo prefería, cortar la nariz de su mujer y castrar al culpable y mutilarle el rostro.

Por último destacó otro punto por demás interesante de las leyes asirias, que es el que trata la situación de la esposa de un soldado capturado en guerra, la cual debía mantenerse fiel a su marido durante un período de dos años, siendo el Estado el encargado de su mantenimiento en caso de que ésta no tuviera otros varones en su familia ni recursos propios con los cuales poder sobrevivir. Pasados estos dos años la mujer podía contraer matrimonio nuevamente, pero si llegado el caso de que su primer marido regresara, está debía volver con el, dejando atrás toda su nueva vida, como pueden ser posibles hijos concebidos con su segundo marido.

Unificación del Imperio Egipcio

En el periodo comprendido entre los años 5000 y 3000 a.c. surgió un estado egipcio unificado. El desarrollo de unidades locales, cada una bajo la tutela de su deidad, fue seguido por la formación de un reino en el Alto Egipto, cuyo poder derivaba, en parte, del control sobre las ricas reservas minerales en el desierto entre el valle del Nilo y el mar Rojo.

Algunas tradiciones afirman que un segundo reino complementario se desarrolló en la misma época en el Bajo Egipto, establecido en los exuberantes terrenos de pastoreo de la zona del delta. Haya existido o no este reino, se sabe que, poco después del 3000 a.c., el Bajo Egipto fue conquistado por los reyes del Alto Egipto.

El rey Menes fue el encargado de fundar el estado egipcio unificado alrededor del 3000 a.c., al construir la nueva capital, Menfis, en el límite entre el Alto y el Bajo Egipto.

Menes, fundador del estado egipcio, fue el primer rey de la primera dinastía, una de las XXXI que gobernarían Egipto hasta la conquista de Alejandro Magno en el 332 a.c.

Las dos primeras dinastías de Egipto se agrupan bajo el título de Protodinastías y representan una etapa formativa esencial hacia el primer gran florecimiento de esta milenaria civilización en el Imperio Antiguo.